lunes, 6 de junio de 2016

MIGUEL B. NÚÑEZ “Heavy 1986”

(Sapristi-Roca Libros)

El título ya dice bastante. Este cómic trata de las andanzas de unos cuantos chavales heavies vecinos en un indeterminado barrio de Madrid en 1986. Todo un ejercicio de memoria y de nostalgia.
El libro se estructura a lo largo de diez capítulos. En cada uno de ellos de una forma o de otra aparecen canciones de la época, que luego son recordadas y analizadas por el autor antes de pasar al siguiente episodio. A los protagonistas les sucede de todo. Problemas familiares, laborales, escolares… y también grandes momentos de evasión y diversión.
Sólo quienes vivimos aquellos años podemos reconocer la perfecta reconstrucción de esa irrepetible época. Incluso nos refresca cosas que ya teníamos olvidadas. Las grabaciones en cintas de cassette, el Discoplay de Los Sótanos de la Gran Vía, cómo comprábamos los discos sin antes haberlos escuchado, los vídeos Beta, las litronas en los parques, la inexcusable cita semanal en la discoteca Canciller… También la distancia nos hace darnos cuenta de las estupideces que sin darnos cuenta cometíamos, como sentarnos en los respaldos de los bancos o en el suelo del metro. Y de paso advertimos que en algunas cosas cualquier tiempo pasado fue peor, como la imposibilidad de avisar ante un imprevisto por la inexistencia de teléfonos móviles, o el puñetero y felizmente extinto servicio militar.
Una pena que el dibujo tan simple y esquemático no esté a la altura. El otro aspecto negativo es que el autor termina cayendo en muchos de los tópicos de siempre. No todos los heavies vivíamos en familias desestructuradas, ni odiábamos el barrio donde vivíamos, ni abandonábamos los estudios a las primeras de cambio.
No es la primera vez que se reflejan en cómic las vivencias de los heavies de los 80. Ya en el mismo 1986 aparecieron en la revista A Tope las historietas de La Basca Que Más Casca, de Jaime Martín. A diferencia de la presente obra, la acción transcurría en Barcelona y el tono era de humor gamberro. Poco después los mismos personajes pasarían a El Víbora, siendo rebautizados como Los Primos Del Parque, y sus catastróficas aventuras continuaron a lo largo de los años 90. De esa segunda etapa se editaron tres álbumes que no son muy difíciles de encontrar hoy en día. Las comparaciones son odiosas, pero que Jaime Martín dibuja mejor que Miguel B. Núñez está fuera de toda discusión.
Al recoger aspectos de la vida cotidiana, en realidad no hay un final claro. Puede ocurrir que en un futuro el autor decida emprender secuelas y puede que no. Aunque el resultado no sea perfecto, la idea es muy válida y corrigiendo algunas cosas estaría muy bien que tuviera continuidad.

Nacho Jordán